España es el país del mundo que más barato ríe. La cita es casi de obligado cumplimiento. Hay que recurrir, una vez más, a las palabras de Quevedo, pronunciadas en un figón de Castilla con un vaso de vino en la mano. Los hay que buscan la imbecilidad del alcohol con ahínco para reír de forma gratuita y despreocupada. Esto ya viene de antiguo en los libros de historia. La novedad consiste en organizar fiestas nocturnas con la única finalidad de beber. Ahora lo llaman ‘el botellón’. Que el vino alegra el corazón del hombre ya lo dejó escrito la Biblia. Pero buscar la borrachera rompe los hilos del pensamiento y descoloca la sesera. El alcohol, convertido en botellón, carece de vetustos matices y es impúdico. Ningún vicio acaba donde empezó. Pero esta lección no la ha saludado la juventud. ¿Tan mala es la vida que han recibido que necesitan drogarse para ser felices?

Al parecer, el 69% de los universitarios ‘hace botellón’. La tendencia apunta hacia las fiestas con alcohol en detrimento del deporte y de la cultura. El estudio llevado a cabo por la Universidad San Pablo CEU con la ONG Cooperación Internacional y el Injuve, alerta sobre la pobreza de los hábitos culturales de los universitarios. La media, no lee ni seis libros al año. Prefieren chatear en internet o escuchar música. Ahora se habla de ‘macrobotellón’ y de ‘megaorgía’. La mayoría de las fiestas del botellón se celebran con el beneplácito de algunos ayuntamientos, que ignoran los hábitos a que pueden dar lugar.

-Algunos jóvenes se expresan como si hablaran de memoria, pero están huecos.
-Sí, señor. Tagore decía que el cántaro vacío es el que más suena.