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Macario es una película mexicana de 1960, dirigida por Roberto Gavaldón. Trata sobre acontecimientos en la relación del indígena Macario (Ignacio López Tarso) con la Muerte (Enrique Lucero). Esta película es una adaptación basada en una novela de B. Traven. Se ambienta en la época del virreinato de la Nueva España del siglo XVIII durante la víspera de un Día de Muertos. Fue ganadora de numerosos premios, por sus valores de producción.
Sinopsis
Un humilde campesino y leñador llamado Macario (Ignacio López Tarso) vive obsesionado por la pobreza que sufre y el temor a la muerte. Debido a la precaria situación al borde de inanición que viven él y su familia comienza a anhelar poder disfrutar de un banquete sin tener que compartirlo con nadie.
En su obstinación decide dejar de comer hasta encontrar un guajolote que él pueda comer solo. Su preocupada mujer le ayuda robando un guajolote y Macario sale a la soledad del bosque para comerlo a escondidas de sus chilpayates (niños). En el bosque se encuentra consecutivamente con tres enigmáticas personalidades, quienes uno a uno desean disfrutar de su suculento platillo. Sin embargo, Macario se niega a compartirlo. El primer personaje que se presenta es el Diablo (José Gálvez) en forma de un rico hacendado; el diablo le ofrece primero sus botas con espuelas de plata, pero Macario le dice que no tiene caballo, entonces le ofrece las monedas de oro de su pantalón, pero Macario lo rechaza diciendo que le cortarían las manos por ladrón, finalmente le ofrece el bosque, pero Macario le dice que el bosque no le pertenece a él sino a Dios y que además, teniendo el bosque no dejaría de ser pobre porque tendría que seguir cortando leña.
Tampoco lo comparte con el segundo personaje que se presenta, Dios (José Luis Jiménez) en forma de un humilde anciano; Macario argumenta que Él puede poseer cualquier cosa que desee ya que es dueño de todo y lo que quiere es un gesto, y mientras Macario con vergüenza reconoce que no tiene deseos de compartir su guajolote ni siquiera con Dios, éste desaparece, antes de que Macario pueda arrepentirse de su decisión.
Finalmente se presenta el más extraño personaje, la Muerte (Enrique Lucero), en forma de un campesino indígena en imitación a Macario, pero vestido con sarape negro, sombrero de palma y calzón de manta, que le dice que hacía miles de años que no comía, y Macario acepta convidarle (no con temor sino por comprensión), ya que Macario se da cuenta de que ante su ineludible designio nadie escapa, y además le confiesa que le convidó para que mientras comiera se retrasara la muerte del propio Macario. Como muestra de agradecimiento, la Muerte le otorga su amistad y le regala a Macario agua con propiedades curativas, las cuales serán infalibles con determinada condición. Este regalo le traerá la fama y fortuna