Valencia, 16 mar (EFE).- Valencia ha superado un inicio de fiestas empañado por la muerte de un pirotécnico, varios remates de fallas caídos por el viento y algún acto vandálico, y ha amanecido salpicada del arte crítico y voraz en casi 770 monumentos plantados por toda la ciudad, que ya cautiva a miles de turistas y falleros.
Convertida en una amalgama de olores, sonidos e imágenes falleras, el segundo día grande de las Fallas se vive entre la alegría de los que ya se saben la mejor falla infantil, la Maestro Gozalbo-Conde Altea, y los nervios de conocer el dictamen del jurado para ser la mejor falla "grande" de 2018, y aún con mucha fiesta por disfrutar.
Mientras los jurados escudriñan cada detalle de los monumentos, cientos de personas se arremolinan para visitarlas e inmortalizar con sus móviles -las cámaras casi han pasado a la historia- el arte efímero y satírico de las fallas.
CCon un gentío abundante a las puertas del fin de semana y en ambiente soleado y reivindicativo -los policías se han manifestado por el centro para reclamar equiparación salarial-, Valencia coge impulso para seguir viviendo las segundas Fallas como patrimonio inmaterial de la humanidad. EFE