La agresividad canina es una de las preocupaciones que más consultas suscitan puesto que afecta al bienestar de las personas y del animal, y menoscaba el vínculo entre perro y propietario al no saber cómo actuar. Si tu perro muestra conductas agresivas, aunque sea de forma leve o esporádica, es preciso ponerse manos a la obra, cuanto antes. Sin una intervención adecuada, probablemente seguirá manteniendo esas conductas inapropiadas o, incluso incrementándolas en el futuro. Cualquier perro puede mostrar este tipo de conductas, y no hay que dejar pasarlo en ningún caso, por aquello de que los perros pequeños no llegan a hacer tanto daño como los grandes. El problema es el mismo, independientemente del tamaño aunque si es cierto que los daños pueden ser mucho más graves en el caso de los animales de mayor envergadura.
La intervención adecuada nunca consiste en castigar la conducta agresiva. Con frecuencia, un castigo inadecuado o a destiempo, solo empeora el problema y pone en riesgo tu seguridad y la del perro (si un perro muerde, puede meterte y meterse en graves problemas). Al contrario de lo que podemos imaginar, el trabajo a realizar, no se centra en hacer algo, únicamente, cuando el perro se muestra agresivo. De hecho, se trabajan más las situaciones previas y todo lo que las rodea, para prevenir la conducta y anticiparnos a ella, dándole al animal la oportunidad de mostrar conductas alternativas a la que queremos erradicar. No debemos perder de vista que la agresividad es un signo de que algo no va bien y puede tener diversas causas, entre ellas, dolor, malestar, una deficiente socialización o educación, experiencias previas.... Etc. Es importantísimo conocer la de cada caso particular antes de ponerse a trabajar y es igualmente importante, descartar cualquier patología que pueda cursas con molestias o dolor, mediante una visita previa, al veterinario de referencia. Llegado el momento, propietario y educador evaluaran la mejor forma de ayudar al animal mediante diferentes técnicas en función del problema. Como propietario, eres el responsable de la seguridad de los que te rodean. Es tu responsabilidad proteger a tu perro, anticiparse en la medida de lo posible a cada situación comprometida y poner las medidas necesarias de prevención para evitar daños a terceros.