Palacio de Najas romperá sus muros y dará inicio a la política de puertas abiertas en Quito

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La Cancillería ecuatoriana derriba sus muros dentro un nuevo concepto de diplomacia pública destinada a acercar al ciudadano al Palacio de Najas, construido en 1920 y al que restaurará para acoger a más visitantes, ahora también para recorridos culturales.

"Vamos a tumbar las paredes que rodean, amurallan, a Cancillería para devolverle a la ciudad un espacio público, un jardín, un parque público, para que sea un espacio abierto y pueda lucir" el Palacio, reveló a Efe el asesor cultural de la Cancillería, Pablo Salgado.

Conocido en el mundo diplomático como el "Palacio de Najas", en honor su primer dueño, Constantino Najas, la sede de la Cancillería ecuatoriana es un palacete neocolonial, construido por el arquitecto italiano Francisco Turino Céceres.

Se mantuvo en uso residencial hasta la década de los años cuarenta cuando el Gobierno ecuatoriano adquirió la casona para convertirla en su sede diplomática sobre 800 metros cuadrados.

A la edificación, a la que sus primeros dueños la conocían como "Villa Susana", en honor a la esposa de Najas, le falta una tercera parte de la estructura, que se derrocó hace varios años para ampliar la avenida 10 de agosto, una de las principales de la urbe.

Con una inversión de más de 300.000 dólares del Instituto Metropolitano de Patrimonio de Quito, los expertos planean arreglar las cubiertas y la pirámide de cristal que divide a la casona con un edificio nuevo donde funcionan varias dependencias del Ministerio.

Se levantarán todos los entrepisos pues "están casi colapsados, muchos se encuentran pandeados", explicó a Efe Joaquín Moscoso, director del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, al añadir que habrá mantenimiento de puertas y ventanas.

Como se trata de una intervención integral, también se restaurarán lámparas y muebles, gran parte de los cuales están en la casona desde que la adquirió el Gobierno.

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