Damasco (Siria), 20 nov (EFE).- (Imagen: Susana Samhan) Ropa de segunda mano, un zapato usado sin su par o dagas antiguas son algunas de las mercancías que se ofertan en el Mercado de los Ladrones de Damasco, donde los vendedores aseguran que el material tiene origen legal, aunque algunos productos parecen de dudosa procedencia.
Desde el puente de Al Zaura (la revolución) hasta la calle del mismo nombre, se expanden los puestos, tiendas y manteros exhibiendo sus artículos.
El ajetreo es intenso en este mercado, donde en ocasiones resulta difícil diferenciar si los productos que se apilan en el suelo se venden o si son montones de basura.
Algunos hombres con los ojos rojos y la mirada perdida, como si hubieran ingerido algún estupefaciente, deambulan como zombies por la zona.
Cuando se pregunta a los comerciantes sobre motivo del nombre del mercado niegan la denominación y subrayan que aquí no se venden artículos robados, aunque cada cual ofrece su propia versión sobre el origen de su denominación.
"El Mercado de los Ladrones se llama así por sus precios bajos, las mercancías son de vecinos que quieren vender sus cosas", detalla a Efe el vendedor Musa al Ezz, que comercializa cosas de lo más variopintas como una báscula de segunda mano, un exprimidor eléctrico sin la parte de arriba o un cable de ducha.
Según Al Ezz, en este lugar pueden encontrarse precios más baratos: "Si algo cuesta 10.000 libras sirias (unos 46,5 dólares), nosotros lo vendemos por 400 o 500 (1,86 o 2,33 dólares)".
En un callejón de este bazar, donde hay anticuarios y tiendas de ropa y zapatos, otro comerciante, Mohamed Hisham al Kibbi, se queja de que la clientela no quiera gastarse ni una libra siria.
"Yo sufro con los clientes, vienen aquí y regatean mucho, quieren pagar por un zapato 1.500 libras sirias (unos siete dólares) y los zapatos cuestan mucho más", lamenta.
Los artículos de Al Kibbi se distinguen del resto de puestos, en los que reina el producto usado, porque son nuevos, y entre ellos hay algunos fabricados en Europa, con lo que su coste se dispara para el bolsillo sirio.
Este vendedor desmiente también que el mercado sea de mercancías sustraídas.
"La gente analfabeta que no sabe ni leer ni escribir empezó a llamarlo el Mercado de los Ladrones, ya que había quienes venían a vender sus cosas y obtenían un precio menor del que buscaban", destaca.
Otra versión sobre la denominación de este rastro la ofrece el anticuario Mazum Ozman Shaqri, que lleva trabajando en el mercadillo desde hace veinte años.
"Antes este era el mercado de Al Hal (de verduras) -afirma Shaqri-, pero tras su desaparición vino gente pobre y se transformó en el Mercado de los Ladrones".
Al igual que el resto de comerciantes, Shaqri insiste en que este no es un rastro de maleantes, "no hay algo así, antes si buscabas algo, venías aquí y lo conseguías más barato pero no es un mercado de ladrones como tal".
En ese sentido, remarca que los productos los obtiene de forma legal y que los