Bastantes mujeres comentan durante el embarazo o después de dar a luz que su cerebro está «desaparecido en combate», se quejan de falta de memoria, de dificultades para concentrarse, de problemas de coordinación, de quedarse en blanco como si les costase más pensar, recordar o tomar decisiones. En encuestas fiables, cerca del 80% de las mujeres embarazadas explican que tienen más dificultades para recordar números de teléfono o para estructurar una frase compleja que antes de su embarazo. Se ha llamado «momnesia», «baby brain», «pregnancy brain» o «mommy brain» (amnesia de las mamás, cerebro de bebé, cerebro del embarazo o cerebro de mamá). Es un mito más pero sí es cierto que el cerebro de la mujer sufre importantes cambios estructurales y funcionales durante el embarazo y tras dar a luz pesar de ello el seguimiento durante diez años de 2.500 mujeres de entre 20 y 24 años al inicio del estudio no encontró diferencias en su capacidad mental antes y después de sus embarazos y, de hecho, algunas habilidades mentales mejoraron, tales como su memoria y su capacidad de aprender, un incremento que al parecer se estabiliza y se hace permanente. La remodelación del encéfalo es seguramente debida a cambios hormonales. Durante el embarazo, los ovarios y la placenta producen estrógenos y progesterona mientras que el hipotálamo y la hipófisis secretan prolactina y oxitocina. Estas hormonas alteran la morfología y la fisiología de las neuronas. Así, el estrógeno y la progesterona incrementan la densidad de espinas dendríticas, un típico lugar postsináptico, y también incrementan la excitabilidad neuronal en el hipocampo. La prolactina incrementa la regeneración de la sustancia blanca en el encéfalo y también participa en la neurogénesis que se produce en el hipocampo y la zona subventricular de animales adultos. La oxitocina incrementa la actividad de las neuronas inhibitorias del hipocampo y puede mejorar la transmisión de las señales de esta estructura. slide_41Son por tanto cambios importantes estructurales y funcionales, en particular en el hipocampo, una estructura cerebral implicada en la memoria, el estado de ánimo y las emociones. Los cambios hormonales durante el embarazo incrementarían las conexiones cerebrales para responder más rápido a los estímulos sensoriales de las crías y, de hecho, se ven nuevos contactos entre neuronas en las zonas implicadas en memoria y cognición. Un jugador clave parece ser el olfato y tras el parto se produce una hipersensibilidad a las señales olfatorias que son clave en las interacciones entre madre y cría. Unos cambios tan llamativos solo se suelen ver después de sucesos importantes como un daño cerebral o una enfermedad lo que implica que el embarazo es también un suceso importante y con cambios en al estructura cerebral tan marcados como los que se ven en la diferenciación sexual o en la pubertad.