Donald Trump se apunta a la política del palo y la zanahoria ante la amenaza nuclear de Corea del Norte.
Desde Seúl, segunda etapa de su gira asiática, ha rebajado el tono de los últimos meses contra el régimen de Kim Jong-un para abrir una ventana a la negociación. “Veo ciertos movimientos”, “buenos progresos” para que Pionyang negocie y haya “un acuerdo”, ha dicho el presidente Trump que ha añadido: “Instamos a todas las naciones responsables, incluidas China y Rusia, a pedir al régimen norcoreano que ponga fin a su programa de armas nucleares y de misiles y viva en paz. Como el pueblo surcoreano sabe tan bien, es el momento de actuar con urgencia y total determinación”.
Al mismo tiempo ha recordado que Estados Unidos está preparado para utilizar toda su capacidad militar contra Corea del Norte, “si fuera necesario”.
De hecho, Washington mantiene un importante despligue militar en la zona, que incluye tres portaaviones y un submarino nuclear. “Espero por Dios que no tengamos que utilizarlos nunca”, añadió Trump.
Sin embargo, para una parte del pueblo surcoreano las palabras de Trump no son ningún alivio sino todo lo contrario.
Coincidiendo con su visita, numerosas entidades cívicas han organizado diversas protestas. Consideran que la retórica exacerbada del presidente estadounidense no hace más que subir el tono de las amenazas del Norte.
Con EFE, AP