Entre lágrimas, sollozos y oraciones, más de un centenar de vecinos de Sutherland Springs (Texas, EE.UU.) guardaron un largo minuto de silencio a escasos metros del templo First Baptist Church, escenario hoy de la peor matanza en la historia del estado de la estrella solitaria.
El trágico balance, de momento 26 muertos y veinte heridos de diversa consideración, dejó totalmente consternado a un pueblo de unos 500 habitantes, "una pequeña familia" en la que todos los vecinos tienen una relación más o menos cercana entre ellos.
"Somos como una pequeña familia, todos nos conocemos entre nosotros y esto supone un golpe muy duro para nuestra comunidad", indicó Jonny Mora, uno de los vecinos de Sutherland Springs, localidad situada a 45 kilómetros al sureste de San Antonio (Texas), y amigo de dos de las personas heridas.