El centro Leon Recanati de Petah Tikva, en Israel, combina una residencia de ancianos con un centro cultural para preservar la memoria histórica. La mayoría de sus cerca de 200 residentes son ancianos originarios de Grecia, Turquía o los países balcánicos -muchos supervivientes del Holocausto- que conservan con mimo el idioma ladino que hablaban de pequeños en sus hogares.
Esta lengua, también conocida como judeoespañol, surgió en las comunidades judías de Sefarad (península ibérica), que tras la expulsión masiva que impulsó la Inquisición católica en 1492, siguieron practicando en su exilio para mantener su vínculo cultural y lingüístico con la tierra de sus ancestros.