Más de cuatro décadas después del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende e instauró la dictadura de Pinochet, las heridas siguen abiertas en Chile. El aniversario ha vuelto a estar marcado por una multitudinaria marcha de miles de ciudadanos hacia el Cementerio General de Santiago, donde reposan los restos del líder socialista.
“(Estamos) rememorando lo más indigno que ha ocurrido en la historia de Chile: el golpe de Estado, la matanza y la desaparición de miles de compañeros”, decía uno de los manifestantes.
La manifestación discurrió de forma pacífica y festiva hasta que al final un grupo de encapuchados protagonizó violentos altercados y una auténtica batalla campal con las fuerzas del orden. La policía los dispersó a golpe de gases lacrimógenos y cañones de agua, y detuvo a una veintena de ellos.
Este año, el aniversario también ha estado marcado por la polémica, después de que antiguos altos responsables militares denunciaran en una carta las supuestas injusticias que sufren los violadores de los derechos humanos encarcelados en el país. En la misiva criticaron “la falta del debido proceso que sufren cientos de militares y carabineros” y el posible cierre de la cárcel de Punta Peuco, que acoge estos presos. Una carta que no ha gustado ni a las víctimas, ni al Gobierno ni a varios candidatos a las elecciones presidenciales de noviembre.
La dictadura de Pinochet dejó, según cifras oficiales, unos 3200 muertos (de ellos, casi 1200 siguen desaparecidos), 33.000 torturados y encarcelados, y cientos de miles de exiliados.
Este lunes, el Gobierno chileno conmemorará el aniversario del derrocamiento de Allende con una ceremonia en el Palacio de la Moneda, la última que encabezará Bachelet como presidenta.