Protestas en el aeropuerto internacional de Los Ángeles tras la entrada en vigor del decreto que prohíbe temporalmente la entrada a Estados Unidos a ciudadanos de seis países de mayoría musulmana. Tras una larga batalla judicial, la medida más polémica de la Administración Trump ya es efectiva.

- “Es importante que la gente esté sepa que lo que está pasando es discriminatorio e inconstitucional y se basa en una retórica islamófoba, que afecta a las minorías y a los viajeros en general”, se quejaba la abogada Farida Chehata, del Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses.

El decreto, que oficialmente persigue impedir la en trada en el país de “terroristas”, afecta a los nacionales de Siria, Libia, Irán, Sudán, Somalia y Yemen. La iraquí Sheima Sumer respira aliviada, ya que su país se apeó a última hora de la lista negra:

- “La mayoría de los musulmanes piensa que esta no es la mejor manera de promover la paz, pero respeta lo que Estados Unidos decida. Yo sólo deseo que su meta sea la paz y la armonía”, explica.

Aunque el pasado lunes el Tribunal Supremo dio su visto bueno al decreto, limitó su aplicación a quienes no puedan demostrar una “relación válida” con Estados Unidos, una definición vaga y controvertida.