El Vaticano ha tomado todas las medidas en colaboración con el gobierno egipcio para prevenir cualquier riesgo por la posibilidad de atentados. Está en juego la mejora de las relaciones con musulmanes y coptos. El objetivo de Francisco es que su viaje de dos días “sea un mensaje de fraternidad y de reconciliación” entre todas las religiones y de manera particular para el mundo islámico: “Espero que también ofrezca una valiosa contribución al diálogo interreligioso con el mundo islámico y al diálogo ecuménico con la venerada y amada Iglesia Copta Ortodoxa. Nuestro mundo, desgarrado por la violencia ciega, que también ha afligido el corazón de su querida tierra, necesita paz, amor y misericordia”.

El Vaticano dice que Francisco está convencido de que el diálogo cristiano-musulmán es más importante que nunca. El punto de vista del Papa no es compartido por todos los católicos; los más conservadores hablan públicamente de una guerra de una religión y defienden una postura intransigente: ningún diálogo con el islam.

En sus 27 horas en El Cairo, el Santo Padre se verá con el presidente egipcio, el general Abdel Fatah al-Sisi, con un historial de gobierno lleno de denuncia por serias infracciones de Derechos Humanos.

Al preguntársele si el Papa elevaría las cuestiones de derechos humanos con al Sisi, el portavoz del Vaticano Greg Burke dijo que Francis había hecho “viajes más delicados que este”.

La seguridad del Papa sigue siendo una preocupación primordial en la preparación del viaje. Hace menos de tres semanas 45 personas murieron en ataques contra iglesias cristianas coptas en Alejandría y Tanta. El llamado Estado Islámico se atribuye los ataques.

Francisco ha dicho no tener miedo y ha insistido en usar un automóvil descubierto para estar más cerca de la gente.