No hay nada que negociar. El Gobierno israelí se muestra inflexible frente a la huelga de hambre emprendida el lunes por más de 1.500 presos palestinos para mejorar las condiciones de su encarcelamiento.
El ministro de Seguridad Pública israelí, Gilad Erdan, ha declarado que no llevará a cabo ninguna negociación con los reos, a los que define como “terroristas” y “asesinos brutales”, y ha ordenado que se les alimente por la fuerza si es necesario.
Un portavoz del ministro de Exteriores ha añadido que “no hay absolutamente ninguna razón para una huelga de hambre, ya estamos dialogando con los presos, si quieren tener mejores condiciones pueden presentar sus demandas o sus peticiones y las autoridades israelíes decidirán si se necesita cambiar algo o no”.
Israel cree que la huelga está motivada por razones políticas internas palestinas y considera poco razonables las demandas. Las familias de los presos no entienden la intransigencia israelí:
- “Los presos no están pidiendo nada del otro mundo”, estima Omar Yaghmour, cuyo hermano está en huelga. “Están pidiendo que se respete el mínimo de sus derechos, el mínimo que tienen otras cárceles en el mundo árabe o en países extranjeros. Piden derechos básicos, como un teléfono público y visitas regulares de sus familias, estos son derechos legítimos”.
La huelga de hambre impulsada por el dirigente de Al Fatah Marwan Barghouti, que cumple cinco cadenas perpetuas, ha encontrado eco en las calles de Gaza y Cisjordania. El tema es muy sensible, pues se estima que no hay familia palestina que no tenga o haya tenido a alguno de sus miembros en prisión.