¿Alguna vez has tomado benzodiazepinas como el Orfidal, el Valium, el Noctamid, el Tranquimazin, el Sedotime, el Tanxiluim o el Diazepam? Quizás no te lo hayan recetado nunca pero, entonces, seguro que alguien de tu entorno [madre, abuelo, tía, hermano, primo, tu novio o el de tu amiga] lo han tomado recientemente. Al menos, así lo indican las estadísticas. De acuerdo con la última Encuesta Sobre Alcohol y Drogas del Ministerio de Sanidad de España, más del 13 por ciento de la población española ha consumido medicamentos de la familia de las benzodiacepinas en el último año. Algo que, según los cálculos estadísticos de la comunidad científica, situaría en un 1,3 por ciento el total aquellos que habrían desarrollado algún tipo de adicción a esta sustancia durante el mismo período, explica a VICE News, Gerardo Flores Menéndez, responsable de la Unidad de Conductas Adictivas del Complejo Hospitalario de Orense. Además, la tendencia del consumo de benzodiazepinas ha aumentado ininterrumpidamente desde principios de siglo.
Las benzodiacepinas, agentes que disminuyen la actividad y la excitación cerebral, se recetan como ansiolíticos e hipnóticos, pero también sirven para combatir crisis epilépticas, actúan como relajantes musculares y se indican en casos de síndrome de la abstinencia del alcohol. Paradójicamente, un mal uso de esta familia de medicamentos puede derivar en un nuevo problema de dependencia: la adicción a la propia benzodiazepina.