Agotados por el trabajo forzado, la enfermedad y el hambre, desembarcamos en el puerto de Anzali, en el norte de Irán.

Allí, nos arrodillamos juntos a lo largo de la costa de arena y besamos la tierra de Irán. Habíamos escapado de Siberia y, al fin, éramos libres.

Estas son las palabras de Helena Woloch Antolak, una mujer polaca que trabajaba en los campos de trabajos forzados en la Unión Soviética antes de huir a Irán en 1942, como una refugiada.

En el año 1942, Irán se presentó como un faro de libertad y esperanza para casi un millón de ciudadanos polacos liberados de los campos de trabajo soviéticos de Siberia.

Después de soportar las terribles condiciones del viaje a través de Rusia, a 115.000 de ellos se les dio permiso de entrar a Irán. En este documental, volveremos al pasado a través de las páginas de la historia y rastrearemos la vida de los inmigrantes polacos en Irán.