Con aprensión y recelo se vive en los territorios palestinos la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, sobre todo, por su intención declarada de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén. En la ciudad cirjordana de Ma’ale Adumim, un grupo de palestinos se ha manifestado con pancartas en las que se podía leer: “Stop Trump. Jerusalén es la capital de Palestina”.
“Si trae a Jerusalén la embajada estadounidense no habrá paz. Si apoya la colonización, los asentamiento, no habrá paz”, advierte Munther Amirah, uno de los activistas.
El presidente palestino, Mahmud Abás, también ha advertido a Trump en una carta de que no aceptará “el cambio de embajada”.
Israel considera a Jerusalén su capital, pero no así la ONU y hasta ahora todos los países han mantenido sus embajadas en Tel Aviv. El traslado de la legación estadounidense podría tener consecuencias imprevisibles en el polvorín de tierra santa.