Dentro del equipo multidisciplinar implicado en el manejo de los pacientes con cáncer de mama (epidemiólogos, radiólogos, patólogos, cirujanos, oncólogos), tal vez sea el patólogo el gran desconocido de este equipo; y eso a pesar de ser el responsable último del diagnóstico, así como de determinar la extensión anatómica de la lesión e informar de la completa extirpación de la misma, de lo que derivarán los posteriores tratamientos que recibirá el paciente. Para realizar su tarea, el patólogo contará con la ayuda de su instrumento principal de trabajo, el microscopio, con el que estudiará los tejidos (biopsias) y las células (citologías) de las pacientes. Realizará una interpretación visual basada en su experiencia y conocimiento médico, y quedará todo ello plasmado en un informe anatomopatológico. Tal como se ha comentado previamente, si en las pruebas radiológicas o de imagen se evidencia una lesión sospechosa de cáncer, el único método definitivo para su diagnóstico es la extracción de una muestra o biopsia. Estas son principalmente de dos tipos:
◾Una biopsia con aguja fina , realizada por el radiólogo (conocida como punción aspiración con aguja fina, PAAF), con la que se obtienen únicamente células.
◾Más frecuentemente, puede ser una biopsia con aguja gruesa, (BAG) con la que se obtiene una pequeña porción cilíndrica de la lesión. Tras su estudio al microscopio, el patólogo podrá confirmar o descartar su naturaleza maligna.