Irlanda del Norte celebrará elecciones anticipadas. Tras la dimisión de Martin McGuinness y la imposibilidad de sustituirlo como viceminsitro principal norirlandés, el gobierno de Londres ha decidido disolver la Asamblea autónoma y convocar nuevos comicios para el dos de marzo. McGuinness abandonó su cargo hace apenas siete días en protesta por un escándalo financiero en torno a las energías renovables que salpica al gobierno encabezado por los unionistas.
“No volveremos a las instituciones hasta que estemos en igualdad de condiciones y seamos respectados”, decía el nacionalista Connor Murphy. “Hasta que no se ponga fin a la corrupción dentro y en torno a las instituciones. No volveremos hasta que veamos un cambio fundamental en las filas unionistas y entiendan lo que significa un gobierno compartido”.
La dimisión de McGuinness implica también la destitución de la ministra principal, la unionista Arlene Foster, que se opone a acudir de nuevo a las urnas aunque sabe que no le queda otro remedio.
“Irlanda del Norte no necesita otra elección, ni su gente la quiere”, decía Foster. “Con la inminente salida del Reino Unido de la Unión Europea, un nuevo presdiente de Estados Unidos llegando a la Casa Blanca y una volatilidad económica global, lo que necesita Irlanda del Norte, más que nunca, es un gobierno estable”.
La situación es crítica. Si nacionalistas y unionistas no se ponen de acuerdo, el Reino Unido podría suspender la autonomía norirlandesa y asumir el control en solitario o conjuntamente con la República de Irlanda.