El marcado interés por Latinoamérica y el Caribe que ha venido mostrando China en los últimos años ha tenido en el 2016 un evidente relanzamiento.
La reciente visita del presidente chino, Xi Jinping, a Perú, Ecuador y Chile —la tercera gira por la zona desde que asumió el liderazgo en 2013— se ha convertido en el colofón de un año definitorio para el nuevo modelo de relaciones que impulsa Pekín tanto en política exterior como económica.
El gigante asiático ha dejado claro que su intención es responder a las demandas de los países latinoamericanos de que desvíe su atención de las materias primas, así que se podría tratar de un buen escenario para el comercio de productos y bienes especializados con la región y el fomento de la tan necesaria inversión en infraestructura.
China también estaría interesada en firmar nuevos acuerdos de libre comercio, un asunto esencial justo cuando el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado que sacará a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés).
China es hoy el segundo socio comercial, el tercer mayor inversor y el principal prestamista en América Latina y la región es el séptimo mayor socio comercial de Pekín. En la última década, el comercio China-Latinoamérica se ha multiplicado por más de 21, para llegar a los 236.500 millones de dólares en 2015.
El politólogo Jesús Mesa Montero manifiesta que “la región latinoamericana ve con buen ojo la reciente presencia del presidente chino, algo que pronuncia la solidez y el vínculo bilateral. Esta presencia consolida una ventana de oportunidad a medio y largo plazo para la región”.
Luis Esteban González Manrique, periodista de Infolatam y analista internacional, explica que “la relación con China es meramente económica. China consume el 50 % del cobre mundial”.
El economista Ramón Casilda destaca: “China solamente compra materias primas. España aporta la modernización del sistema financiero”.
Por último, Rubén Herrero de Castro, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), insiste en que “lo que está haciendo la dictadura de China es posicionarse globalmente para poder competir con EE.UU.”.