El atentado de Berlín es casi idéntico al de Niza; el 14 de julio, en plena celebración de la fiesta nacional, un camión embistió a la multitud. 86 personas murieron y 400 resultaron heridas. Dáesh se atribuyó la autoría del ataque.
Hasta ahora, la policía alemana había conseguido evitar ataques masivos, aunque en los últimos meses se habían producido incidentes protagonizados por individuos aislados. Como el del 18 de julio, cuando un joven afgano de 17 años fue abatido por la policía tras herir con un hacha a cuatro personas a bordo de un tren cerca de Würzburg.
Menos de una semana después, un atentado suicida en la entrada de un concierto en Ansbach dejó 12 heridos. El autor del ataque fue un sirio de 27 años a quien se denegó el asilo. Autorizado a quedarse temporalmente en Alemania, el joven había recibido tratamiento psiquiátrico tras dos tentativas de suicidio.
El 10 de Octubre, tras dos días de intensa búsqueda, la policía alemana detuvo a un sirio de 22 años que según la investigación preparaba un atentado en el aeropuerto de Berlín. La policía encontró en su apartamento de Chemnitz diferentes tipos de explosivos similares a los utilizados en los ataques de París y Bruselas.
Dos días después de su detención en Leipzig, el presunto terrorista se suicidó en la cárcel.
El 16 de diciembre, la policía alemana anunció un caso más aterrador: el de un joven germano-iraquí que dos semanas antes había intentado perpetrar dos atentados con explosivos en su ciudad natal de Ludwigshafen. Sus objetivos eran el Ayuntamiento y el mercadillo navideño local.