Hoy sí y mañana no; sin duda la conveniencia para los deshonestos, en ciertas coyunturas, cambia la palabra empeñada.
EE.UU. ahora traiciona un pacto, que nunca, a decir verdad, mostró plena confianza para los iraníes; aunque sí abrió el camino para las relaciones políticas y las perspectivas económicas.
La aprobación de nuevas medidas contra la nación persa por parte del Congreso y el Senado de EE.UU. después del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) genera polémica en Oriente Medio y Occidente. Su trascendencia podría ser incalculable.
Algunos hablan de conflictos bélicos, otros de fisuras y retroceso en un largo camino que llegó a su meta en Viena (capital de Austria) el 14 de julio de 2015, cuando el Grupo 5+1 acordó con Irán un programa pacífico nuclear; justificado y avalado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), así como por la voluntad del país persa de preservar la paz mundial.
La diplomacia internacional debería sentirse avergonzada y los organismos internacionales, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), hasta la misma Unión Europea (UE), pronunciarse enérgicamente ante esta amenaza.
Sin dudas aparecen enigmas y otras estrategias por descubrir. Mientras tanto nos preguntamos y buscamos las razones ante este golpe diplomático: ¿Quién manda ahora, Washington o Tel Aviv? ¿Comenzaría otro conflicto entre potencias? ¿Qué pretende EE.UU.? ¿Quiénes se perjudican con estas sanciones? ¿El grupo de los 5 cambiará de signo positivo a signo negativo para convertirse en G5-1?
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