Mosul está prácticamente rodeada. Cuatro semanas después del inicio de la ofensiva sobre el bastión del Dáesh en Irak, las tropas gubernamentales divisan desde sus posiciones los suburbios del norte de la ciudad.

Mientras tanto, por el este, continúan su progresión, barrio por barrio, hacia el centro de Mosul. Los yihadistas les frenan con tácticas de guerra sucia. Se confunden con la población vestidos de civiles, pero armados y con cinturones explosivos. También obligan a las familias a subir a las azoteas para utilizarlas como escudos humanos. Los que se resisten, son ejecutados. Un joven explica que cuando llegaron los soldados, los combatientes del Dáesh empezaron a disparar contra la gente: “Hubo heridos. Un vecino murió y esta niña fue alcanzada en una pierna”, dice señalando a una pequeña acostada en el suelo.

En la aldea de Al Naamaniya, recién recuperada por las tropas iraquíes, la policía ha repartido alimentos entre la población hambrienta. Aquí ha sido encontrada una fosa común con más de cien cadáveres.

Gran noticia del día es la liberación de la antigua ciudad asiria de Nimrud, sin valor estratégico, pero con un gran valor simbólico. En 2015 la comunidad internacional contempló alarmada las imágenes que mostraban a los yihadistas destruyendo este tesoro arqueológico.