Con más de un 70% de los sufragios, según resultados parciales, el líder sandinista ha logrado su cuarto mandato y esta vez tendrá a su mujer, Rosario Murillo, como vicepresidenta del país centroamericano.
“Hemos dado ya el primer paso para llevar estos procesos electorales con mensajes que llenen de esperanza a nuestro pueblo y no con los mensajes de odio y mensajes de muerte que eran los que tronaban y han tronado a lo largo de toda la historia de Nicaragua”, declaraba Ortega.
Unas elecciones cuestionadas por muchos. También por su hijastra, Zoilamérica Narváez, exiliada en Costa Rica tras haber acusado al exguerrillero de haber abusado sexualmente de ella cuando era niña. Hija de Rosario Murillo, en 2008 retiró esta denuncia. “Esto ha sido un teatro electoral, una farsa montada a la medida de un régimen que quiere a toda costa obtener legitimidad”, denunciaba desde San José.
Con el principal bloque opositor y los observadores internacionales ausentes en estos comicios, se multiplican las voces que denuncian que Ortega pretende instaurar un régimen de partido únido y una nueva dinastía en Nicaragua.