El acuerdo de Minsk para poner fin a la guerra entre los separatistas prorrusos y el Gobierno de Ucrania prevé el intercambio de prisioneros entre las partes, pero un obstáculo imprevisto impide su liberación ya que los contendientes no se ponen de acuerdo sobre cuántos presos tienen cada uno.
La OSCE, que ejerce de mediador en el proceso de paz, no puede forzar el intercambio de prisioneros mientras Kiev y los separatistas no se pongan de acuerdo sobre la lista de presos.
El asunto se ha convertido en moneda de cambio para ambos que parecen aferrarse al tema de los prisioneros, para obtener concesiones sobre otros asuntos, que incluyen la celebración de las elecciones en la región separatista o restaurar el total control de Ucrania en su frontera con Rusia.
“Desgraciadamente, las conversaciones de Minsk no han dado ningún resultado. Por eso que pedimos a la Unión Europea, a la OSCE, y a toda la comunidad europea e internacional que ayuden a resolver este problema”, decía Natalya Lazarenko, esposa del soldado detenido Oleksandr Lazarenko.
Amnistía Internacional y el Observatorio de Derechos Humanos alegan que ambas partes han detenido arbitrariamente a civiles, manteniéndolos incomunicados en ocasiones durante meses en cárceles cuya existencia las autoridades ni siquiera reconocen.
Volodymyr Zhemchugov que fue capturado en la autoproclamada República Popular de Lugansk ha estado preso durante más de once meses y afirma que fue torturado: “Arrepiéntase y le trataremos mejor, me decían. Y yo les respondía que eran unos traidores por haber establecido un régimen de ocupación. Y no seré yo el traidor.”
Nikolai Vakaruk, minero del carbón, asegura que él es civil y estuvo detenido en una cárcel ucraniana durante año y medio. Afirma que fue arrestado tras ser allanado su domicilio en la ciudad de Ukrainsk, en la línea del frente, y que fue llevado al centro de detención de Járkov, donde le golpearon en varias ocasiones para hacerle confesar que era un separatista.
“Cuando vi el vídeo del Servicio de Seguridad de Ucrania reconocí todas las celdas, pero no había gente. Eso significa que a los presos les escondieron en algún lugar. Se los llevaron, porque si los hubieran puesto en libertad se habrían manifestado de alguna manera, a través de las redes sociales, por ejemplo “.
Nikolai Vakaruk fue uno de los 13 prisioneros puestos en libertad de los centros de detención de Járkov en julio tras el informe sobre los prisioneros de guerra. Amnistía Internacional y el Observatorio de Derechos Humanos han denunciado que la tortura y la detención secreta son prácticas que se dan a ambos lados del conflicto y piden que se acabe con esas prácticas.