Dos nuevos hospitales han sido bombardeados en Alepo. Una semana después del fracaso de la tregua auspiciada por Estados Unidos y Rusia, la batalla continuá mientras los esfuerzos diplomáticos parecen agotados.

Los centros médicos destruidos son el M2 y el M10, los mayores en el este de la ciudad. En el ataque también fue derruida una panadería. Al menos seis personas han muerto y hay un número indeterminado de heridos. Desde Nueva York, el secretario general de Naciones Unidas reaccionaba de manera contundente.

“Hablemos claro”, decía Ban Ki-moon. “Aquellos que están utilizando determinados armamentos ultradestructivos saben lo que están haciendo. Están cometiendo crímenes de guerra. Imagínense un matadero. Pues esto es peor”, concluía.

Al menos uno de los dos hospitales fue atacado desde el aire. Y todo apunta a la aviación rusa. El representante del Kremlin se defendía:

“En otros conflictos de otras regiones, como Oriente Próximo,”, decía Evgeny Zagaynov, “también se han producido incidentes igualmente inaceptables. Y en muchos casos son la consecuencia de la política de desestabilización que llevan a cabo Estados Unidos y sus aliados. Y muy a menudo, el resultado son hospitales reducidos a ruinas”.

Alepo, cuyo distrito este aún sigue bajo el control de los rebeldes, es la ciudad más castigada por los bombardeos rusos que permiten el avance de las tropas leales al regimen. La ciudad está literalmente sepultada bajo los escombros y 250.000 civiles se encuentran atrapados entre el fuego cruzado.