En una casa abandonada en un pueblo del estado de Nueva York se descubren cientos de cintas de vídeo perturbadoras. Su contenido consiste en torturas, asesinatos y desmembramientos, convirtiéndose en una prueba irrefutable de la existencia de un asesino en serie que habría terminado con la vida de, al menos, entre 8 y 10 mujeres en la década de los 90.
El formato de falso documental contribuye a crear un halo de verosimilitud alrededor de la película que se recrea en los más morbosos detalles.