El Diamante (Colombia), 22 sep (EFE).- (Imágenes: Juan Pablo Alemán) Vienen de toda Colombia, la mayoría son campesinos, algunos indígenas y otros de raza negra, pero todos los guerrilleros de las FARC tienen algo en común: le han puesto la cara a la guerra y se les ha quedado marcada en el rostro.
Los rebeldes temen más a un micrófono que a un fusil o un bombardeo y cuesta explicarles que fuera de sus campamentos hay gente que quiere escuchar sus palabras.
"La guerra ha sido algo muy extremista, fuera de lo normal. La guerra ha sido lo peor", dice "Jineth", de 19 años que, como sus compañeras, posa coqueta cuando tiene una cámara delante.
Esa es otra constante en las FARC, la guerra hace que vivan en condiciones extremas, con caminatas a uno y otro lado pero las mujeres que integran las guerrilla guardan momentos para cuidar su aspecto.
Es frecuente verlas con el cabello teñido, pendientes en las orejas y complementos como pañuelos o diademas que chocan con sus uniformes y fusiles
Son los rostros de las FARC.
DECLARACIÓN DE LA GUERRILLERA JINETH
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