El equilibrio precario de la paz en Nagorno Karabaj

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Los enfrentamientos entre el Ejército de Azerbaiyán y las tropas de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj o Alto Karabaj quebraron el alto el fuego, reactivando un conflicto que llevaba congelado desde más de 20 años.

Estos soldados aún no tienen 20 años y ya se incorporaron al frente la pasada primavera.. Aram Yegoryan es uno de esos jóvenes en armas:

“Defendemos nuestra patria, nuestra familia y a todos los que viven en esta tierra.”

Un conflicto que llevaba congelado más de 20 años

En la época soviética, Nagorno Karabaj era una provincia perteneciente a Azerbaiyán. Este territorio de la región sur del Cáucaso, poblado en su mayoría por armenios, proclamó su independencia en 1991.

Después siguió una guerra que causó 25.000 muertos y un millón de desplazados. El alto el fuego se firmó en 1994 tras la victoria militar armenia. Desde aquel momento, los incidentes han sido constantes.

Aquí, al norte de la llamada línea de contacto, fue donde estallaron los violentos combates del pasado mes de abril. Desde entonces, la paz restablecida permanece frágil.

“No podemos ir más allá de estas trincheras. Apenas un centenar de metros nos separan de las fuerzas azeríes. A pesar del alto el fuego, estos soldados montan guardia día y noche “.

Con el apoyo que desde abril ofrecen muchos voluntarios venidos de Armenia, el Ejército de Alto Karabaj se dice dispuesto a repeler una ofensiva de las fuerzas azeríes.

Sevak Sardaryan es el jefe de artillería del cuartel general del frente norte:

“Desde 1994, el enemigo siempre ha violado el alto el fuego. Fueron ellos quienes empezaron el pasado mes de abril. Y podrían volver a hacerlo. Ahora estamos mejor preparados. Y si eso ocurriera, resisteremos.”

Muy cerca de la línea de frente se encuentra el pueblo armenio de Talish, escenario de intensos combates en los años 90, y destruído otra vez esta primavera. La población ha sido evacuada. Tres civiles que se negaron a abandonar el pueblo murieron en la ofensiva, según nos explican.

Garik Ohanyan vuelve a su pueblo natal para mostrarnos lo que queda de su casa.

“Esta es mi casa. He pasado mil penurias durante 20 años para construirla. Aquí vivíamos nueve personas. Mire. No queda nada. Todo está destruído. No sé qué hacer.”

Garik se ha refugiado en casa de sus suegros en un pueblo vecino, con su madre, su mujer y sus 5 hijos. Las condiciones de vida son difíciles, pero tienen miedo de volver al pueblo.

Su madre, Amalya Ohanyan, llora por las tantas y tantas penas que conlleva la guerra:

“Mi otro hijo murió en la guerra. Recibo una pensión por ello. Ya sólo me queda un hijo, que tiene otros cinco. ¿Qué vamos a hacer ahora? No tenemos casa, ni trabajo. No tenemos más remedio que quedarnos aquí.”

“Desde que tuvimos que huir del pueblo por primera vez, en 1992, y hasta el día de hoy esperábamos que empezara otra vez la guerra, dice Garik Ohanyan. Siempre había algún tiroteo. Ahora, lo único que queremos es que haya una solución pac

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