La tecnología ha transformado la experiencia de subir a una montaña rusa y ello ha desatado una férrea competencia para crear el modelo más grande, rápido y escalofriante de todo el mundo. Pero, ¿acaso estamos llegando al límite de lo que el cuerpo humano -y el presupuesto de los parques- puede tolerar? ¿Cómo será la montara rusa del futuro? El parque de atracciones Alton Towers en Staffordshire, Inglaterra, acaba de inaugurar la primera montaña rusa de 14 vueltas, llamada The Smiler. Y en Abu Dhabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, el parque de diversiones Mundo Ferrari asegura tener la más rápida de todo el mundo. La "Fórmula Rossa" de Mundo Ferrari lleva a los pasajeros a una velocidad de 240 km/h en apenas 4,9 segundos, lo que hace que quienes van en los vagones experimenten una aceleración de 4,8G, que es la misma que los pilotos de aviones de combate están acostumbrados a sentir (la fuerza G es la que permite medir el incremento en velocidad de un objeto). Lo logra con un gigantesco cabrestante hidráulico de 25 toneladas y un sistema de nitrógeno comprimido equivalente a 21.000 caballos de fuerza, lo que genera una potencia 20 veces mayor que la de un auto de Fórmula 1. John Wardley, diseñador de las montañas rusas Nemesis, Oblivion y Air Rides en Alton Towers, dice: "Podemos aguantar fuerzas de 6 y 8G por períodos muy cortos de tiempo, pero si estamos sometidos a 5G por más de cinco segundos, perderíamos el conocimiento. No podemos presionar a las personas para que superen los límites a los que pueden llegar". En los recorridos modernos, los pasajeros están sometidos a aceleraciones aproximadas de 3G cuando los rieles tienen curvas pronunciadas o cuando el vagón en el que van da una vuelta completa. La sensación de ingravidez (0G) ocurre durante la caída libre, cuando la cabeza apunta al suelo o cuando el recorrido tiene "jorobas de camello", que son la parte del trayecto con subidas y bajadas similares a las del referido animal, cada una más grande que la precedente. "Llegamos al límite de las fuerzas G hace un tiempo, y en este momento no se trata de una barrera tecnológica que impida que una estructura sea más alta o más rápida, es un tema de dinero", afirma Justin Garvanovic, fundador del Club Europeo de Montañas Rusas.