MI ENEMIGO Y YO
Mientras hago el poema
bocas de fusiles me señalan;
no sé de dónde vienen
ni a donde se dirigen.
Miro sus labios fríos
gritando cosas horribles.
Sigo con el poema
cantándole a la vida,
sin hacerles caso.
Pero ellos insisten,
sordos a mi canto,
vomitando fuego.
En el último verso veo
que todas las letras son rojas.