Wolfenstein (2009) PlayStation 3 / Xbox 360 Review

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El shooter más clásico y añejo de todos los tiempos está de vuelta, y regresa con una nueva entrega totalmente inédita tras varios años de silencio. id Software cede el testigo a los siempre interesantes Raven, y éstos debutan con buen pie en las series. Un juego de acción sin complicaciones, tan predecible y ligero como divertido.\r
Anunciado en 2008, con Wolfenstein id Software volvía a dejar en manos de otro estudio una de sus más amadas franquicias. Tras el extraordinario resultado conseguido por Gray Matter con su fantástico Return to Castle Wolfenstein en 2001, Raven parecía el equipo idóneo para hacerse cargo de una nueva entrega de las series.\r
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Los responsables de X-Men Orígenes: La Venganza de Lobezno o Soldier of Fortune tenían entre manos una de las sagas más memorables de la historia de los shooters, y la que verdaderamente abrió el género en 1992 con aquel memorable Wolfenstein 3D. La responsabilidad no ha pesado sobre los hombros del estudio norteamericano, y pese a que la nueva entrega no será largamente recordada en el futuro, han llevado a cabo un trabajo francamente interesante.\r
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Soldados de Antaño\r
Wolfenstein da comienzo con una majestuosa cinemática con nuestro protagonista, BJ Blazkowicz, en un acorazado nazi tratando de escapar del ejército alemán. Este prólogo podría pasar por el de una película de acción tradicional basada en la Segunda Guerra Mundial de no ser por el artefacto que sostiene nuestro protagonista y que, al verse rodeado, emplea contra los soldados que lo acosan.\r
Al disparar su poder arrasa con todos los enemigos que hay a su alrededor dejándolos prácticamente reducidos a cenizas. ¿Cuál es el misterio de esta pequeña runa? ¿Qué hace el protagonista infiltrado en un buque de guerra enemigo? ¿Será esta el arma definitiva que desequilibre la guerra hacia uno u otro lado?\r
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A lo largo de la aventura iremos descubriendo los secretos que se ocultan tras Wolfenstein. El Tercer Reich y su obsesión por el ocultismo y lo inexplicable ha sido tradicionalmente una fuente de inspiración para los videojuegos y películas que se toman la guerra europea menos en serio. Estamos, por lo tanto, ante un título que es plenamente consciente de su ansia por separarse de los serios y solemnes shooters sobre la Segunda Guerra Mundial vistos hasta la fecha, y que no tarda ni diez minutos en ofrecer el primer golpe de efecto de lo paranormal en la aventura.\r
Este artefacto llamado Black Sun que dinamiza la campaña es el auténtico motor del guión, y empuja a nuestro personaje a la asignación de una misión en la ciudad de Isenstadt, en el corazón de la Alemania nazi. Un argumento, como puede verse, muy convencional.\r
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Si todo es tan clásico y la fórmula apenas ha evolucionado, ¿qué provoca el generoso aprobado del nuevo Wolfenstein en el apartado de la innovación? Básicamente su mixtura de poderes y el cambio de enfoque. El hecho de construir los escenarios al estilo Sandbox donde deberemos recorrer la ciudad arriba y abajo en busca de objetivos es un soplo de aire fresco a la habitualmente pasillera fórmula Wolfenstein. El toque paranormal, por otra parte, siempre ha estado presente en las series, pero en esta ocasión con más profundidad que nunca y con unas habilidades extra para nuestro personaje que le ofrecen nuevas tonalidades a la aventura.\r
En los últimos tiempos la mezcla de géneros es el principal motivo de avance para géneros como el shooter, que ha obtenido enormes créditos de sus mezclas con la libertad del rol y con su personalización y progreso del personaje. De estos dos elementos precisamente recoge Wolfenstein su separación de lo que las series habían obtenido hasta ahora, y son los dos principales elementos de un shooter que en lo demás no se sale ni un ápice de las habituales convenciones del género.\r
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Sin embargo da la impresión de que Raven no profundizó todo lo deseable en las brillantes ideas que se proponían desde el principio. En los Sandbox la sensación de libertad es una mera ilusión, pero en Wolfenstein no se llega si quiera a generar esta sensación ilusoria en el jugador, y esto se debe a lo pequeño del escenario y a las pocas posibilidades que se brindan. Los tiroteos de los que disfrutaremos por las calles de Isenstadt son potentes, no particularmente brillantes, pero sí francamente notables y divertidos; sin embargo es posible que nos cansemos pronto de deambular a menudo por las mismas calles, puesto que los mapas son francamente reducidos. Por si fuera poco la brújula no deja mucho lugar a dudas de dónde se encuentran nuestras metas, y la exploración acaba desapareciendo del planteamiento del programa a las pocas horas de juego.

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