Madrid, 16 feb (efesalud.com). El doctor Pedro Guillén García, traumatólogo jefe de la Clínica CEMTRO de Madrid, nos explica en este vídeoblog las lesiones más frecuentes en alguno de los 206 huesos que conforman el esqueleto humano adulto, aparato locomotor que nos relaciona con el resto de seres vivos y que constituye nuestro reservorio metabólico, sobre todo de calcio y fósforo, y de médula ósea donde se generan las células sanguíneas.
Pero nacemos con más piezas óseas. Los lactantes tienen alrededor de 215 (9 más en el sacro, cóccix y coxal). A medida que vamos creciendo y desarrollándonos la cifra se queda en 206 huesos: 80 del esqueleto axial (cráneo, oído, hioides, parrilla costal, esternón y columna vertebral) y 126 del esqueleto apendicular (hombros, brazos, manos, pelvis, piernas y pies).
"Los hay largos como el fémur, que van desde los 36 a los 42 centímetros, o el húmero, con medidas de 36,5; los hay cortos, como son los que forman la muñeca, con el semilunar que mide 0,80 centímetros, o la columna vertebral, con vértebras que van de los 4,5 a los 5,80 centímetros; y los hay planos, como son los que forman la parte superior del cráneo, con casi 14 centímetros", destaca el galeno murciano.
También hay huesos muy pequeñitos, como pueda ser el estribo, que se localiza en el oído interno, con un tamaño aproximado de 2,6 milímetros; o huesos que no se articulan, como el hioides que tenemos en el cuello.
Cada hueso cumple una función específica y ayuda al conjunto en relación con las piezas próximas. Su trascendencia en el organismo es absoluta, ya que sin ellos no se pueden sostener los órganos, los músculos o los tejidos.
"Los músculos se fijan en los extremos o epífisis de los huesos largos -proximales y distales- para conseguir el movimiento, siempre con la intervención fundamental de las articulaciones; y, por tanto, que nos desplacemos de un lugar a otro", apunta Guillén.
Además, los huesos contienen en su interior calcio, fósforo y otras muchas sustancias "importantísimas para el metabolismo general del ser humano".
El esqueleto es una estructura dura, fuerte e imprescindible, pero la pérdida de su dureza condiciona su naturaleza.
"Con la osteoporosis -disminución de sales minerales de calcio-, los huesos se debilitan, pierden elasticidad y resistencia, y se rompen con facilidad. No pueden cumplir su misión principal de carga, sostén, movimiento y desplazamiento", relaciona.
El hueso, con otras dos estructuras (músculo e hígado), son las únicas que se regeneran. "Se rompe y se forma otro hueso de igual dureza. No así la piel, donde se forma cicatriz", señala.
Con el paso del tiempo, unos huesos son más quebradizos que otros.
"Las personas de mayor edad sufren fracturas en los huesos de la cadera, en los huesos de las muñecas, en el extremo distal del radio, fractura de Colles, en el húmero a nivel del hombro y el hundimiento de las vértebras", observa con el fin de solicitar más y mejores cuidados de los huesos de nuestros mayores.
Desde el punto de vista deportivo, los huesos que más se rompen serían:
La clavícula, en ciclistas, jinetes y esquiadores.
Luxación de hombro, en el baloncesto, el balonmano o voleibol.
En la articulación del codo, epicondilitis en el tenista o dolor en la cara externa. También es frecuente la fractura de la cabeza distal del radio por caídas en diferentes actividades.
En las muñecas, la fractura del escafoides en deportes que proporcionan grandes golpes en la mano, como el patinaje sobre hielo. En los metacarpos, de igual manera, como en el boxeo.
En la cadera, lesiones sobre todo en accidentes de tráfico y grandes traumatismos del deporte, como los saltos de esquí, el ciclismo o el motociclismo.
En la rodilla, además de los esguinces, lesiones importantes al nivel de la rótula, con los meniscos y los ligamentos, que solidarizan el fémur con la tibia y el peroné. Muy frecuentes en el fútbol.
En el tobillo, la lesión más frecuente en todos los deportes, al ser muy necesario para el desplazamiento del tren inferior y superior.
En el tórax, las fracturas costales suelen deberse a los golpes y contusiones. "He visto, incluso, lesiones en las costillas de un golfista por el 'swing' tantas veces repetido", recuerda.
En la cara, por codazos y golpes, suele fracturarse el arco zigomático. En el rugby, en el baloncesto o en el fútbol, donde es habitual ver a un jugador con la mascarilla para protegerse la zona lesionada.
"En un deporte como el fútbol, que se juega con los pies, es muy habitual la sustitución de un jugador por sangrado de la nariz o por hundimiento de un hueso en su rostro", censura.
Y es que, para un admirador óseo como el doctor Pedro Guillén, "los huesos condicionan nuestras relaciones con el resto de seres vivos y se tienen que preservar al máximo. Los huesos nos dan la vida".
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