Velasco et al fueron los primeros en usar electrodos profundos diagnósticos para investigar el efecto de la estimulación en el hipocampo y la amígdala en el tratamiento de la epilepsia. La estimulación aguda a 130 Hz disminuyó la actividad ictal e interictal durante un período de dos semanas en 10 candidatos
de cirugía resectiva. Las respuestas más evidentes y rápidas se encontraron cuando se estimuló el hipocampo anterior cerca de la amígdala o el giro parahipocampal anterior cerca de la corteza entorrinal. No se obtuvo respuesta antiepiléptica en los
otros tres sujetos en los que la estimulación fue interrumpida
o cuando fue administrada fuera del hipocampo. En opinión de los autores, el efecto antiepiléptico es el resultado de la inhibición fisiológica del tejido estimulado, ya que, después de la
estimulación del hipocampo, encontraron un aumento del umbral y disminución de la duración y propagación de los signos clínicos críticos, hipoperfusión en la tomografía simple por emisión de fotón único (SPECT), e incremento de la concentración de la unión al receptor de benzodiacepinas
en la región hipocampal. Al año siguiente, el mismo
grupo publicó los resultados obtenidos tras la estimulación
crónica de un paciente durante 24 meses, que bloqueó de forma temporal la epileptogénesis, sin aparentes alteraciones de la memoria.