Se acentúa la controversia sobre las causas del siniestro que sufrió un avión de pasajeros ruso en Egipto la semana pasada. El presidente estadounidense, Barack Obama, ha afirmado que “es ciertamente posible que hubiera una bomba” en el interior del aparato, en el que viajaban doscientas veinticuatro personas.
Sus sospechas las comparte el Gobierno del Reino Unido, que ha suspendido todos los vuelos con la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, de donde despegó el aparato media hora antes de precipitarse al suelo. Egipto y Rusia piden prudencia e insisten en todavía es pronto para explicar las razones de la tragedia.
La rama local del Estado Islámico afirmó en un comunicado que había derribado el avión con un misil. Oficialmente nadie cree que los yihadistas dispongan de este tipo de armamento.
Mientras tanto, en Sharm el Sheij, miles de turistas tratan sin éxito de regresar a sus países de origen. El Gobierno británico ha iniciado el rescate de veinte mil compatriotas que se quedaron