Ni la lluvia, ni el barro, ni las bajas temperaturas consiguen enfriar el sueño europeo de miles de refugiados. Este es el aspecto que presentaba este lunes la frontera entre Serbia y Croacia. Una multitud de personas hacía cola para cruzar el paso de Bapska y continuar su viaje hacia otros países más prósperos del norte y oeste de Europa. Entre los refugiados, que llevan semanas en movimiento, había muchas personas resfriadas o con síntomas de gripe.
El Gobierno croata los traslada en autobuses hasta el campamento de Opatovac antes de que reemprendan su viaje hacia Eslovenia o Hungría, países del espacio Schengen. De ahí pasan a Austria. Y de este país, a Alemania. La autoridades austriacas están desbordadas. Tan solo el domingo, entraron en el país casi 8.500 refugiados. En Alemana, los centros de acogida están llenos a rebosar y los conflictos entre grupos de refugiados son cada vez más frecuentes. Una de estas peleas dejó el fin de semana 14 heridos, tres de ellos policías.