Convocar elecciones anticipadas es una apuesta arriesgada para el primer ministro griego, Alexis Tsipras. El día que dimitió explicó así sus razones:
“Ustedes con su voto decidirán si el acuerdo que hemos negociado reúne las condiciones para salir del atolladero y contribuir a reactivar la economía, y si este acuerdo nos ayudará a acabar con el memorando y las crueles medidas de austeridad”.
Acabar con la austeridad fue el argumento electoral que dio la victoria al líder de Syriza siete meses antes. Para el futuro primer ministro, se convirtió también en un mandato: “El veredicto del pueblo acaba sin ninguna duda con el círculo vicioso de la austeridad en nuestro país”.
Pero la realidad es más compleja. Tras una larga serie de idas y venidas a Bruselas sin llegar a ningún acuerdo con los acreedores de Grecia, el 29 de junio el Gobierno cierra los bancos para frenar la fuga de capitales que se acelera al mismo ritmo que aumenta la incertidumbre sobre la permanencia de Grecia en el