La policía y el ejército han cerrado este lunes el último tramo de la valla que separa Hungría de Serbia y que aún quedaba por levantar cerca de Roszke, en el sur del país, para evitar que los refugiados sigan penetrando en el país. Esta medida se apoya en una nueva ley sobre inmigración más restrictiva que la actual y que entrará en vigor este mismo martes.
“La nueva normativa” explicaba el primer ministro Viktor Orbán, “reforzará la protección de nuestras fronteras. Desde este martes, cruzar ilegalmente a Hungría será un delito que conllevará penas de prisión o la expulsión del país”.
La única manera de entrar en Hungría a partir de ahora para los refugiados será, por tanto, cruzar por los pasos fronterizos y pedir obligatoriamente asilo en ese país. El que lo haga de otro modo podrá ser condenado a un pena de hasta tres años de cárcel.
Sin embargo, la mayoría de los refugiados que estos días entran en Hungría no lo hacen para pedir asilo, sino para seguir su camino hacia otro