Jairo Varela, el creador del Grupo Niche, a pesar de los muchos sinsabores, nunca pensó en renunciar a su gran obra, porque, como dijo desde su oficina, --hace tres meses y medio amparado en el ‘Menticol’ que derramaba sobre su cabeza y de sorbos de aguapanela caliente para contrarrestar la fuerte gripa que lo acongojaba y poder así cumplirle la entrevista a El País-- “es como si dijera me quiero morir y eso no ha pasado por mi cabeza”.
Mucho menos este 2012, cuando tenía todo bajo control para celebrar los 30 años de la agrupación, esa misma que, como destaca el musicógrafo y director de la revista Melómanos, Orlando Montenegro, “es el referente salsero colombiano en el mundo”.
A decir verdad, la orquesta nació en Bogotá hace más de tres décadas, pero como explicó el maestro en ese entonces, fue “en 1982 cuando Niche surgió como empresa profesional dedicada a la música, cuando hicimos nuestra primera gira internacional debido al éxito de ‘Buenaventura y Caney’. Desde ese 20 de junio de 1982 que nos fuimos a Estados Unidos, gracias a Dios, no hemos parado”.
Varela, buscando por dentro, teniendo presente sus raíces étnicas y folclóricas; cantándole al negro, al Atrato, a su pueblo natal, a la problemática social, al amor, logró darle a la salsa colombiana un sabor internacional. De eso dan fe los bailadores y salsómanos de todo el mundo. Y eso es ampliamente conocido.
Lo que pocos se detienen a pensar es que este chocoano logró sostener una empresa exitosa no sólo a punta de talento sino de ¡disciplina de Ejército!
El trompetista Oswaldo Ospino, con más de 20 años en Niche, da fe de lo exigente que era Varela desde los comienzos de la orquesta.
“Teníamos que ser impecables en el vestir, no podíamos tener una arruga en el pantalón ni un zapato sucio, no permitía que nadie llegara con un cuello mal planchado. Si se encontraba con uno en el lobby del hotel no lo saludaba, lo primero que hacía era mirarlo de arriba a abajo. No se podía llegar cinco minutos tarde a un ensayo porque pagábamos una multa y lo peor es que no sabíamos de qué precio: podía ser de $50.000 o $5000.000”, comentó entre risas Ospino.
Las multas, las benditas multas... cómo olvidarlas. El ex vocalista Javier Vásquez y el ex bongosero y hoy cantante Jimmy Saa, también las recordaron.
Saa revive la ocasión en que fue multado junto a otros tres músicos porque, estando en Nueva York, perdieron el avión que los llevaría a Miami. “El maestro Jairo no nos la perdonó, se nos pegaron las cobijas y nos quedamos. Fue una multa de US$400. Cuando a uno le imponen una multa le duele y busca que no se la pongan más. Luego de esto, si a mí me decían ‘a las 3:00 llega el bus’, yo estaba a la 1:45 p.m, preguntando si el bus ya había llegado”.
Todos los músicos consultados coinciden en agradecer la estricta disciplina, pues como señala el ex vocalista de Niche Javier Vásquez “uno aprende a ser responsable con su trabajo”.
Niche, el del Cali Pachanguero, el del Puente Pa’lla, Ana Mile y 80 superéxitos más, se convirtió en una escuela artística y de vida para los músicos de Cali y otros lugares, pues logró darles estatus en todo el país y a escala internacional.
“El maestro Jairo hizo conscientizar al músico que su profesión es como cualquier otra: que tenemos que seguir estudiando todos los días para ser alguien en la vida. Que seamos juiciosos, que ese músico drogadicto, borrachín se acabó, se acabó en Niche; él nos inyectó la seriedad, que cuando nos paremos en una tarima tenemos que hacerlo con toda la responsabilidad del caso.
“Su legado es grande, todos los músicos de Colombia debemos sentirnos orgullosos de eso”, recalcó Ospino.
Por la escuela del maestro Varela pasaron más de cien músicos que han hecho aportes valiosos como César Monge, ‘Albóndiga’; Tito Gómez, Pelusa, Galé, Macavi, Alexis Lozano, José Aguirre, Willy García, Javier Vásquez, Moncho Santana, Charlie Cardona.