El 6 de agosto de 1945 una bomba atómica borraba casi completamente del mapa la ciudad japonesa de Hiroshima. Un preludio de lo que pasaría días después en Nagasaki y que dejaría el nombre de las dos ciudades incrito para siempre en la Historia negra de la humanidad.
Kimie Mihara sobrevivio a ese primer ataque norteamericano. Se salvó de milagro: “Sobreviví porque llegué tarde a trabajar”, explica. “Me siento afortunada porque no estaba aquí a tiempo, pero luego pienso en los que murieron porque llegaron a tiempo y me da mucha pena. Me siento mal por ellos”.
Kimie trabajaba en un edificio de oficinas del Gobierno del emperador del que solo quedaron en pie las estructuras. El edificio fue reconvertido en un monumento de recuerdo de las víctimas.
Hoy se cumple el 70 aniversario de la matanza y se llevará a cabo una emotiva ceremonia.