El presidente sirio Bachar al Asad podría haber sufrido un duro revés. Los rebeldes sirios han lanzado su mayor ofensiva en tres años contra la ciudad de Alepo, la más poblada del país antes de la guerra civil, y han anunciado que han logrado tomar el control de un centro de investigación científica.
El enclave es de vital importancia para al Asad, ya que su pérdida podría dividir totalmente en dos el país. Entre los impulsores de este ataque está el frente Al Nusra, una de las filiales de Al Qaeda. Este grupo ha culpado al autodenominado Estado Islámico de la muerte de al menos 25 de sus miembros en la explosión de una mezquita de la provincia de Idlib, lo que evidencia la animadversión entre las principales organizaciones yihadistas.
Los escasos cincuenta kilómetros que separan Alepo de Turquía han obligado a Ankara a desplazar a un alto número de militares cualificados a la frontera para evitar que el conflicto en el país vecino tenga consecuencias en su territorio.