“Todo lo hicimos bien, pero todo nos está saliendo mal”. Jindy Morales, periodista venezolana de 29 años, trabajó y ahorró para poder estudiar Artes Audiovisuales en Madrid. Llegó a la capital española hace seis meses y no puede disponer de su dinero, ya que el Gobierno de su país no le permite cambiar a una divisa extranjera los bolívares que tiene.
Como ella, muchos de sus compatriotas emigrados no saben si podrán comer mañana. “Estoy aprendiendo a sobrevivir”. “Mi principal preocupación es tener comida”. Los lamentos aumentan a medida que pasan los días y los ahorros de los venezolanos que decidieron estudiar en España disminuyen.
Ricardo Álvarez, presidente en Madrid del Centro Cristiano para las Naciones, es una de las personas que ayuda a estos jóvenes. Cuando leyó en la prensa la situación que atraviesan, él y el resto de su congregación —unas 30 personas— reunieron alimentos no perecederos, ropa y productos de higiene personal. Después, contactaron con los estudiantes a través de Twitter y Facebook y les informaron de que habían instalado un centro de provisiones cerca de la madrileña glorieta de Marqués de Vadillo, en la casa de la pastora evangélica Martha Martínez, para que pudieran recoger el material.
Cortesía de Ivan Andrés