Hasta el siglo XVII, el bisonte americano (mal llamado búfalo) vivÃa tranquilamente y se reproducÃa abundantemente los territorios del norte del continente norteamericano. El búfalo, era venerado por muchas de las tribus nativas de Norteamérica. En algunas naciones indÃgenas, la caza de este animal era acompañada de un gran respeto, admiración por sus cualidades y agradecimiento por todos los beneficios que aportaba. Se dice que al momento de la muerte del bisonte, el cazador amerindio se acercaba a inhalar su último aliento como forma de absorber espiritualmente sus virtudes. Fue conocido como "Dador de vida", pues todo de este ser era utilizado. La caza del búfalo era el fundamento vital de los indios de las grandes praderas. Los proveÃa de carne, pieles para vestirse y albergarse, tendones para los arcos, grasa, estiércol seco para el fuego e incluso de un pegamento obtenido al hervir las pezuñas. Pero la matanza de bisontes se popularizó después de la llegada de los ingleses a la costa este del continente, a los búfalos se les cazaba casi exclusivamente por su piel, dejando el resto del animal abandonado hasta que se pudrÃa, momento en que se recuperaban los huesos, que también eran aprovechables, a 5 dólares la tonelada, y se exportaban en grandes cantidades hacia el este para la producción de abono.