El 9 de marzo último, el presidente de EE.UU., Barack Obama, sorprendió a propios y ajenos al elevar el nivel de hostigamiento sobre el Gobierno de Venezuela.
Obama firmó una orden ejecutiva que declara la emergencia de su país respecto a Venezuela, nación a la que pasaron a considerar “una amenaza” a su seguridad.
La declaración provocó el casi inmediato rechazo de bloques regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), y la de bloques mundiales, como el Movimiento de los Países No Alineados (MNOAL).
También, países como Rusia, Irán y China marcaron su rechazo a la medida de Obama, que fue considerada por el Gobierno de Nicolás Maduro como “la más grave agresión” de Estados Unidos contra Venezuela en toda la historia.
Para el presidente Maduro, Obama tomó en sus manos y abiertamente la dirección de la conspiración contra la Revolución Bolivariana, luego que la oposición fracasara -según se denunció- en un intento de golpe de Estado en el mes de febrero último.
Se ha comenzado además una campaña nacional e internacional para juntar 10 millones de firmas para que Obama derogue el decreto de manera inmediata, lo que ya le han reclamado además la ALBA y la UNASUR.