Al menos siete muertos y 19 desaparecidos en las inundaciones registradas en las regiones desérticas de Atacama y Antofagasta, en el norte de Chile.
Es la peor catástrofe de este tipo de los últimos ochenta años.
Los ríos, secos durante más de quince años, se han desbordado, agua y barro han inutilizado caminos y arrasado pequeñas poblaciones. Otras han quedado completamente aisladas.
“Lamentablemente perdimos todo, no hay nada que recuperar. Ahora hay que esperar, se ve lo mínimo para poder rescatar. Espero que esto baje y poder ir a ver lo que queda”.
Más de 2 000 personas han tenido que abandonar sus hogares. En muchas poblaciones no disponen de agua ni de electricidad.
La presidenta Michelle Bachelet viajó el miércoles a Copiapó, una de las localidades más afectadas, para coordinar la gestión del desastre. Helicópteros y aviones militares trasladan víveres y abrigo a los damnificados.
El responsable de las intensas lluvias, que se espera amainen en las próximas horas