Se cuenta que el explorador español Juan Ponce de León escuchó sobre la fuente de la juventud de los nativos de Puerto Rico cuando conquistó la isla. Insatisfecho con su riqueza material, emprendió una expedición en 1513 para localizarla, descubriendo el actual estado de Florida. Aunque fue uno de los primeros europeos en llegar al continente americano, nunca halló la fuente.
La historia es apócrifa: si bien Ponce de León pudo oír sobre la fuente de la juventud y creer en ella, su nombre no fue relacionado con la leyenda hasta después de su muerte. Tal relación aparece en la Memoria de Hernando de Escalante Fontaneda en 15751 y en la historia de España en el Nuevo Mundo de Antonio de Herrera y Tordesillas, basada en la obra de Fontaneda. Éste había pasado 17 años como cautivo de los indios tras naufragar en Florida de niño. En su Memoria habla sobre las aguas curativas de un río perdido que él llama «Jordán» y sobre Ponce de León buscándolas. Sin embargo, Fontaneda deja claro que es escéptico sobre estas historias que incluye en su obras y dice que duda que Ponce de León buscase en realidad el arroyo cuando llegó a Florida.
Es Herrera quien hace tal relación definitiva en su idealizada versión de la historia de Fontaneda incluida en su Historia general de los hechos de los Castellanos en las islas y tierra firme del Mar Océano. Herrera afirma que los caciques nativos hacían visitas regulares a la fuente. Un frágil anciano se volvía tan completamente restaurado que podía reanudar «todos los ejercicios del hombre... tomar una nueva esposa y engendrar más hijos». Herrera añade que los españoles había examinado sin éxito cada «río, arroyo, laguna o estanque» de la costa de Florida buscando la legendaria fuente.2 Podría parecer que la historia de Sequene está igualmente basada en una distorsión de la obra de Fontaneda