Mas de un año después de la tragedia de Filipinas y ataviado con un poncho de plástico para protegerse de la lluvia, el papa Francisco trató de confortar a los damnificados con una misa.
Había preparado una homilía, pero decidió improvisar y hablar en español para sentirse más cerca de la gente de Tacloban, que debido al tifón perdió todo lo que tenía:
“Cuando vi desde Roma la catástrofe, sentí que tenía que estar aquí. Tantos habéis perdido todo. No sé que decirles, no tengo palabras pero Él (Señor) sí sabe que decirles”, dijo el Pontífice.
A la explanada del aeropuerto, que durante el tifón quedó sepultado bajo siete metros de agua, acudieron a la misa miles de personas.
Después, el papa continuó su jornada en la isla de Leyte con una visita a un centro de ayuda a las familias damnificadas y un almuerzo con los supervivientes.
El tifón de noviembre de 2013 causó más de 8000 muertos y arrasó con la localidad de Tacloban.