La ciudad santa iraquí acoge a centenares de miles de peregrinos que vienen a celebrar la que es la ceremonia religiosa más importante para los chiíes. El dispositivo especial se debe a la amenaza que plantea el grupo Estado Islámico, que controla zonas cercanas a la localidad, situada a 110 kilómetros al sur de la capital, Bagdad, y que considera a los chiíes herejes.
Por ello las fuerzas de seguridad han desplegado a 25.000 soldados y policías en las carreteras que llevan a Kerbala y dentro de la propia localidad. A ellos se han unido 1.500 voluntarios procedentes de milicias chiíes.
La celebración conmemora el martirio del nieto del profeta Mahoma, Hussein, quien fue decapitado y mutilado. Por ello, numeroso fieles celebran la festividad con ritos que incluyen la autoflagelación.