El cuerpo humano, al componerse en su mayor parte de agua, es muy buen conductor de la electricidad. Por eso cuando una persona entra en contacto con ella, la descarga viajará desde el punto de contacto, habitualmente la mano, atravesará el cuerpo hasta salir por otro punto que esté en contacto con el suelo, como un pie. Durante este recorrido la electricidad afectará a la piel, a los órganos, vasos sanguíneos, nervios, etcétera. El punto de entrada presentará lesiones de quemaduras graves que pueden llegar hasta el hueso. En el punto de salida se encontrarán quemaduras generalmente de menor gravedad.