La aplicación del Convenio de la Haya disminuye las adopciones un 36 % en todo el mundo

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Adoptar un hijo supone un largo camino. Es un recorrido extenuante con permanentes dificultades y puertas que se abren y cierran sin una lógica aparente. La adopción internacional es aún más compleja.

En Vietnam el Convenio de La Haya sobre la protección de la infancia de 1993 no entró en vigor hasta 2012. Y desde entonces toda adopción internacional está bloqueada. No se sabe cuantos huérfanos hay en Vietnam. Se cree que más de un millón y medio. La cifra real se ignora porque solo se censan los niños acogidos en orfelinatos del Estado, y tan solo hay diez en todo el pais.

Hay cuatro centros de acogida en Ho Chi Minh pero existen decenas de establecimientos no controlados, ilegales muchos de ellos, donde se refugian centenares de niños que no tienen familia ni la tendrán.

Sylvie y Cédric han tenido suerte y lo saben. Viven en un pueblo de la Alta Saboya. Son padres desde 2008. Tardaron cinco años en adoptar a Paul y Charline en Vietnam. Han vivido el proceso como un recorrido iniciático lleno de sufrimiento e infinita felicidad al final.

Cédric explica: “Es todo un camino, no se recorre en un día. No es algo en lo que se piense de pronto cuando se quiere tener un hijo, ¿no le parece?”.
Su mujer, Sylvie, lo recuerda así: “El niño no llegaba. El tiempo pasaba y al final nos decidimos por la adopción porque cuando estás en tratamiento médico eres un sujeto pasivo, aceptas todo. Pensar en adoptar es actuar; nos cogimos de la mano y nos dijimos: vamos allá. En algún sitio hay un niño que necesita una familia. ¿Por qué no ser nosotros sus padres? Da igual que tenga cinco o seis años, después de todo le esperamos tantos años como tiene”.

Y esa es la media: de cinco a seis años. A veces más, rara vez menos. Una vez otorgada la adopción después de nueve o diez meses empieza la larga espera. Pueden pasar años. E incluso una vez que la pareja ha obtenido el permiso la espera no ha acabado.

Sylvie recuerda muy bien el largo y penoso camino vivido: “Nos dan el visto bueno, esperamos meses y aquí viene el periodo más dificil para mí. Nos atribuyen un hijo, nos comunican su identidad, su edad … y hay que seguir esperando. Sufrimos todo eso, lo sufrimos, una espera es algo duro cuando se vive en estado de sufrimiento. ¿Si el niño nos espera por que no podemos ir a buscarle? ¿Cómo estará? ¿No se encontraría mejor con nosotros? y no tienes ningún contacto con el orfelinato, ninguno”.

Sylvie y Cédric fueron a Vietnam dos veces. Tras once meses de espera, el telefonazo salvador. Tienen tres semanas para ir a recoger a su hijo del que ignoran todo o casi todo de sus primeros 18 meses de vida.

El encuentro con su hijo les quedo marcado. Para Sylvie: “fue muy emocionante porque no le conocíamos. No teníamos ninguna foto, no sabíamos como era y había muchos niños en la misma sala y de pronto nos dicen: es este. Y ya no miras a ninguno más. Nos acercan al niño y ya es nuestro. Es algo mágico”.

Cédric admira la fuerza de los niños: “Son niños, son supervivientes, todavía están ahí, están ahí a pesar de haber sido abandonados. ¿De donde les viene esa fuerza que tienen cuando se encuentran con sus futuros padres?

Supervivientes … los vimos en Vietnam. Esos niños jamás compartirán el mismo destino de Paul y Charline. Es más que probable que pasen su infancia en una callejuela de Ciudad Ho Chi Minh, entre las cuatro paredes de un edificio insalubre. Y es verdad que lo primero que choca en estos niños es su fuerza, su energía interior y su vinculación inmediata al visitante, al que no han visto en la vida.

Hoa Mau Dơn es una residencia particular. La financian los vecinos del lugar. Pham Thien Don le dirige desde hace 16 años: “Son pocos los orfanatos que tienen autorización, la licencia para criar a los niños como aquí. Muchos lo hacen bajo cuerda. Simplemente recogen a los niños y los crian. Y la diferencia de los lugares que pertenece al Estado, al Gobierno, es que tienen licencia para conceder la adopción. Esto es privado “

Como confirma la autora de este reportaje, Sophie Desjardin: “Es difícil saber cuantos sitios como este existen en Vietnam y cuantos niños crecerán sin familia. Estos niños no son adoptables pero aunque lo fueran, la adopción internacional está muy restringida desde la entrada en vigor de la ley de 2012”.

Además los abusos se multiplican. Hay ventas de niños a parejas extranjeras dispuestas a pagar. La directora Phạm Thien Don lo deja entrever: “Suelen visitarnos parejas de extranjeros. Saben que para adoptar tienen que ir a otros sitios pero sí, algunos vienen y tratan de comprar a los niños. No lo permitimos. En otros sitios, sí”.

Pese a que los niños de los orfelinatos oficiales son adoptables, pocos lo han sido en estos últimos años. Han disminuido de 469 en Francia en 2010 a 89 en 2013.

Los niños de Hao Mau Don, de 10 a 18 años no tienen ninguna posibilidad de ser adoptados. En esta casa viven 70 niños. No pueden ser ofrecidos en adopción. Los cuidan cinco personas sin especial cualificación

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